Como hemos visto, nuestra "personalidad social" no es más que una "historia personal". Nos hace verificables para nuestros programadores y así aún programables. Y la mejor manera de borrar esa historia es no contársela a nadie más. En efecto, se renueva con cada explicación que se da: "Saber que soy Yaqui, dice don Juan, no hace mi propia historia. Se convierte en mi propia historia en el momento en que alguien más lo sabe..." Poco a poco, añade, a mi alrededor y a mi vida, creé una niebla... nadie conoce mi propia historia, ni siquiera yo." Quien ha borrado su historia personal ya no tiene nada que ver con la sociedad ; ya no funciona como uno de los engranajes ; estando solo, es todo : "Cómo saber quién soy, cuando yo soy todo eso", dice designando todo lo que le rodeaba...
Los medios son simples y radicales : no decir lo que se hace, abandonar a los que nos conocen bien, lo que permite "cortar el curso de sus pensamientos". A quien está así "fuera del camino frecuentado", no se le puede pedir nada : por tanto, no puede decepcionar a nadie. Y tampoco puede estar decepcionado, ya que ya no espera nada de nadie. El mundo es nuevo para él en cada momento, mientras que "el que lo explica todo a todos" no puede conservar la frescura de sus acciones, su imprevisibilidad y su total desinterés. " Estar en situación" como dicen los jergonotes, es en realidad apuntar a la gran fábrica que solo nos emplea porque queremos. Es perder irremediablemente "la última libertad de permanecer desconocido".
Pero eso equivale a mentir, objeta Castaneda. Punto, responde don Juan, "porque si uno no tiene historia personal, nada puede considerarse mentira" ; y "mentira o verdad me importan poco"... "las mentiras son mentiras solo para quien tiene una historia personal". La verdad que es debida a aquellos a quienes nos sometemos ya no tiene sentido fuera de esta sumisión. Lo mismo ocurre con la "verdad" "objeto de la inteligencia" de la filosofía. Borrar la propia historia personal no es mentir : es ignorar la noción misma de verdad, porque la "búsqueda de la verdad" no es ciertamente el camino del guerrero, sino del filósofo, del esclavo de su razón.
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